La indumentaria de las jugadoras de waterpolo
vuelve a estar en tela de juicio. Después de que en anteriores ediciones de las
Olimpiadas se colara ante las cámaras algún descuido que dejaba el descubierto
los pechos de alguna jugadora, una sucesión de percances ha colocado otra vez
el foco en los bañadores que lucen en Río 2016 las deportistas.
A al menos tres competidoras de tres países
diferentes, entre ellos España, les ha jugado una mala pasada el traje de baño.
Los diseñadores de esta indumentaria, que ya ha
demostrado ser problemática en varias ocasiones, tienen ante sí el reto de
crear un bañador que sea capaz de quedarse sujeto a la piel y resistir a los
continuos roces entre las competidoras y la fuerza del agua que las golpea.
Varias marcas de ropa ya han mostrado su
preocupación por lo que está sucediendo en Río y no es de extrañar que ya
trabajen en la confección de un nuevo modelo que evite a las jugadoras tener
que pelear en dos frentes.
Por un lado contra las integrantes del equipo
rival y por otro para que la prenda que usan no se mueva de su sitio y dé lugar
a momentos embarazosos.
Las incómodas situaciones que están provocando
los bañadores entre las jugadoras de waterpolo en Río 2016 han abierto un nuevo
y encendido debate, que apunta con el dedo a las televisiones y fotógrafos que
captan la instantánea y la difunden ante millones de espectadores de todo el
planeta. Se plantea la interrogante de si resulta ético o no emitir lo
sucedido.
Entre los medios más cuestionados por
retransmitir en directo el indeseado percance está la cadena NBC. Estos días ha
recibido múltiples quejas por sacar a la luz el momento en que a una jugadora
española se le sale un pecho en pleno forcejeo durante un partido contra la
selección estadounidense.
En opinión de muchos, el canal ya debería haber
aprendido la lección cuando en Pekín hizo lo propio con otra jugadora
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