El histórico 0-4 del Escogido y el fiasco del Derby de Jonrones no fueron los únicos puntos que amargaron a dominicanos en la Serie del Caribe más reciente.
La obsolescencia en que ha caído el estadio Quisqueya volvió a quedar de manifiesto, y esta vez ante un público internacional que no se guardó las quejas: escasez de parqueos, falta de espacio hasta para habilitar un área de conferencias de prensa, baños limitados y rampas de acceso de público inclinadas.
A la lista también se suma un entorno que da la impresión de ingresar a una fábrica abandonada y la inexistencia de áreas de recreación infantil, un ingrediente que no falta en los parques modernos.
En la cuadra que una vez era exclusiva para el play, funciona una liga infantil, opera un coliseo de boxeo de escaso uso y una oficina pública.
El Gobierno destinó RD$34 millones para una pequeña remodelación de un estadio que, en al menos cinco ocasiones, ha estado al punto de ser intervenido con una inversión considerable en las últimas dos décadas.
El Quisqueya (1955), el Cibao (1958) y el Tetelo Vargas (1989) fueron construidos por Trujillo, mientras que el Julián Javier fue levantado durante los 12 años de Joaquín Balaguer (1975).
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