Pocos se imaginaban que aquel muchacho de 20 años de
edad, nacido en la capital dominicana, de Pantoja, se iba a convertir,
por esas cosas del beisbol, en una de las figuras de los Tigres del
Licey.
Se dice fácil, quizá nadie se asombre por tal cosa, pero con tan
poca edad, no es fácil hacer lo que ha hecho en esta temporada. Sergio
Alcántara es la nueva estrella del campo corto de la tropa azul.
“Lo importante es no perder la humildad”, explica. “Siempre hay que
tener los pies sobre la tierra y trabaja duro para lograr tus metas”. En
el terreno no le niega a nadie una entrevista. Disfruta el momento.
Todos los periodistas los buscan. En las tribunas, los trabajadores del
estadio Quisqueya Juan Marichal lo llaman por su nombre.
En la tribuna le dicen la sábana. “Tengo varios sobrenombres en
realidad”, comenta. “El chiquito, el pequeño. Lo bueno fue que los
Tigres me dieron la oportunidad y la estamos aprovechando”.
En un equipo que cuenta con nombres como los de Adalberto Mondesí y
Erik Aybar para la posición seis, Alcántara jugó 35 partidos de la ronda
regular en la franja ancha. En esta semifinal es el de todos los días
de la posición y antes de comenzar el juego del viernes bateaba para
.286, con un OBP de .375 y un slugging de .429. En sus dos hits
conectados en siete turnos se cuenta un doblete y también una remolcada.
Pero esto no es producto del azar sino del trabajo. “Llegó al estadio
a eso de las 2:45-3:00 de la tarde”, destaca. “Una vez aquí comienzo a
practicar. Voy y bateo. Cuando comienza la práctica cojo mis rollings de
rutina y hago lo que tengo que hacer esta que se acaba la práctica para
luego prepararme para el juego”.
Estar al lado de estrellas como Hanley Ramírez, Domingo Santana,
Diory Hernández y Yamaico Navarro ha sido muy positivo para su carrera.
“Todavía no me ha llegado la oportunidad de preguntarles algo”, exclama.
“Pero sí hablamos. Ellos me dicen que me han dado la oportunidad, que
me ha ido bien, que siga así, que voy a llegar lejos. Me dan mi consejo.
Me dicen lo bueno y lo malo. Y como novato que soy pues yo agarro esos
consejos”.
Alcántara ascendió de manera vertiginosa en el sistema de granjas de
los Diamondbacks de Arizona. Comenzó en la categoría de novatos, pasó
por clase A media, clase A, clase A fuerte y finalizó en clase A fuerte.
“Creo que le falta un poco más de contextura física”, apunta Noboa. “Y
la está tomando. El potencial de este muchacho es enorme”.
Nadie lo duda. Con 20 años, un alcance como ese y un brazo preciso,
el diamante está por pulirse. Lo único que falta es que termine de
soltar las impurezas propias de la inexperiencia, para luego, de seguir
con su progreso, verlo brillar como estrella rutilante en las Grandes
Ligas
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